Cumplir años siempre es una razón para celebrar. Mucho más cuando en una actividad tan silenciosa y sacrificada, se logra acumular experiencias, alegrías y satisfacciones. Cumplimos 20 años de existencia y queremos compartir con los ecuatorianos todo este recorrido lleno de sonrisas y de lágrimas; de abrazos y de adioses; de amor y de súper amor. El camino no ha sido fácil, pero sí maravilloso.

Durante este tiempo, Fundación Cecilia Rivadeneira ha venido realizando permanentes y disruptivos procesos de transformación social. Logramos convertirnos en una organización que cada día crea y busca nuevas, eficientes, eficaces y, también, por qué no, mágicas formas de hacer de este país uno mejor. Llegamos a consolidarnos como una innovadora social que ha cambiado para siempre la manera de ver a las personas con necesidades, desde una óptica de alegría, solidaridad, trabajo colaborativo, humanidad y amor, mucho amor.

Por toda esta inyección de innovación y creatividad en hacer las cosas, el prestigio de Fundación Cecilia Rivadeneira ha trascendido las fronteras, lo que ha sido el resultado de 20 años de esfuerzo continuo, desde el instante que Wilson Merino Rivadeneira concibiera a la Fundación, tras perder a su madre, Cecilia, en su lucha contra el cáncer. No se puede pasar por alto el eco que causó las imaginativas y efectivas maneras de cambiar la situación de los pacientes y sus familiares, como cuando se impulsó la terapia de la risa como parte de un acompañamiento hospitalario integral, con la visita de Patch Adams (2006); o cuando se creó la primera Escuela Sociodeportiva en el Ecuador para los hermanos/as de los niños y niñas diagnosticadas con cáncer, en alianza con la Fundación Real Madrid, de España; o cuando se desarrolló la primera investigación socioeconómica sobre las problemáticas del cáncer infantil en el país; o cuando se realizó una campaña de concienciación de los efectos nefastos de la enfermedad colocándole una peluca al monumento a la Mitad del Mundo.

En 2017, la Fundación Cecilia Rivadeneira logró hacer realidad el sueño de abrir en el Ecuador el primer centro inclusivo e integral de apoyo a los niños, niñas y adolescentes con cáncer y sus familias. El lugar, llamado Escuela Granja no solo que es único en el país, sino en Sudamérica, lo cual es un orgullo. No solo que se edificó un mágico espacio, sino que se logró lo que hasta entonces parecía una utopía: unir a toda la comunidad en torno a la concreción de esta original idea. Su materialización, por supuesto, no fue tan rápida, si bien el proyecto en su infraestructura física se consolidó en tan solo un año. El sueño en sí llevaba 13 años en la mente del director Ejecutivo de la Fundación Cecilia Rivadeneira, Wilson Merino; en su mente y en un dibujo en una hoja de papel que él mismo hizo y que se convirtió en la ruta de viaje de esta aventura. El camino, aunque largo y, por su envergadura, no exento de alguno que otro obstáculo, siempre estuvo iluminado y contó con viento a favor.

Hoy, la Escuela Granja se erige en un punto privilegiado al nororiente de Quito, en un espacio de 9.065 metros cuadrados, de los cuales 1.765 constituyen el edificio principal, con áreas destinadas y diseñadas de forma específica para cada uno de los 12 programas que se realizan con los niños, niñas y adolescentes diagnosticados con cáncer y sus familias. A grandes rasgos, en este lugar la Fundación Cecilia Rivadeneira desarrolla su esquema de trabajo perfeccionado a lo largo de sus 20 años de existencia, sostenido en los pilares de la salud emocional, la investigación, el deporte, la educación y la recreación. En sus instalaciones, los niños, niñas y adolescentes pueden jugar y aprender; sus familiares pueden desarrollar sus destrezas microempresariales; y, todos juntos, pueden conectarse con la naturaleza, a través de sus espacios verdes y, claro está, por intermedio del cuidado y el respeto a la tierra y sus regalos: la granja ya está dando sus primeros frutos y verduras.

Como organización con mente, cuerpo y corazón propio, nunca nos mantuvimos alejados de las necesidades de los ecuatorianos y ecuatorianas durante las crisis y las tragedias. Llevamos toneladas de kits de ayuda alimenticia y médica a miles de hogares que, por distintos impactos naturales, perdieron sus bienes o, incluso, a sus seres más queridos. Nada nos detuvo. Ni terremotos, ni socavones, ni la propia pandemia por el Covid-19. En el peor momento que vivió el mundo y cuando todos estaban cuidando su salud confinados, nuestros voluntarios asumieron el desafío con sus alas desplegadas, llevando comida, insumos sanitarios, pero, sobre todo su calidez para decir a todos a quienes ayudamos: juntos somos vida, juntos salimos de esta.

Son 20 años de coleccionar gracias. Son 20 años de atesorar anécdotas. Son 20 años de celebrar que nuestra familia Fundación Cecilia Rivadeneira crece y crece. Son 20 años que nos indican el camino exacto por donde seguiremos los próximos 20. Gracias a ti por ser parte de nuestra historia. Gracias por estos 20 años.