La tragedia por el aluvión en Quito, el pasado 31 de enero de 2022, movilizó a decenas de quiteños solidarios, en tareas de ayuda humanitaria, limpieza y acompañamiento emocional. La ciudad se movilizó para compartir generosamente todos los insumos y productos necesarios para que las familias que quedaron afectadas por el desastre natural pudieran recibir una mano de apoyo y la seguridad de saber que cuentan con los quiteños.

En esa dinámica, y fiel al trabajo de ayuda, no solo a los niños y niñas con cáncer y sus familias, sino a todas aquellas personas que en su momento han sufrido algún golpe de la naturaleza, como el del terremoto de 2016, el voluntariado de Fundación Cecilia Rivadeneira se sumó con todo su contingente para también estar presente entre las familias de La Comuna y La Gasca.

Inmediatamente de conocido el percance, la Fundación puso a disposición del Municipio de Quito, el albergue que dispone en las instalaciones de la Escuela Granja. Acto seguido, y conforme a la experiencia de dos décadas que lleva la Fundación en temas de ayuda social, hizo un llamado a la ciudadanía para receptar donaciones de alimentos y vituallas. La respuesta fue positiva, ya que eso permitió la entrega de 200 almuerzos diarios a damnificados, bomberos, policías, militares, comuneros y voluntarios. Como se dice en la Fundación: “toda donación se agradece y no se rechaza”. Así lo hemos hecho por veinte años y así lo seguiremos haciendo siempre. Alrededor de 1.500 donantes participaron activamente para llevar lo necesario a unas 500 familias en la zona del desastre.

Durante los días de limpieza, un contingente de 100 voluntarios participó, junto a decenas de personas que acudieron a apoyar las labores de los servicios municipales, militares y de apoyo humanitario. La fundación Cecilia Rivadeneira, por su parte, abrió en esos días un centro de primeros auxilios en psicología y brindó actividades lúdicas para niños (cuentos, libros, clowns) para acompañar con una pisca de alegría los difíciles momentos de las familias.

Según Daniela Barragán, directora Ejecutiva de la Fundación, la gestión del voluntariado durante estos días ha sido de gran orgullo. “Ha sido maravilloso ver cómo los voluntarios de nuestra Fundación han puesto su hombro y su corazón para llevar un poco de aliento a estas familias que sufrieron este impacto. Nuestra capacidad de movilización, fruto de todos los años de experiencia, nos permitió llegar rápidamente al lugar que más nos necesitaba. Y así lo seguiremos haciendo, Por eso, también llegamos hace unas horas con provisiones y donaciones a la zona de La Maná, para estar también con las familias afectadas por las lluvias”.